viernes, mayo 05, 2006

una cena con gerentes y directores en un country en famoso barrio del acceso norte. uno hay que se encanuta los mejores vinos. cuando lo descubro le digo, vení acá y llename la copa. qué olfato tenés para los vinos j, dice. ¿habrá creído que soy boluda?. sigue su estrategia de abrir las botellas y esconderlas detrás de una ventana. se sirve a sí mismo y a los destinatarios de su obsecuencia. cuando le pregunto si le cuesta compartir, lo niega. adunce que los demás no saben apreciar lo que es bueno.

otro grupito espera al lado de una barra improvisada y un barman no improvisado que conce muchos trucos. los tragos se suceden, caipirinhas, caipiroskas, pisco sauer, cosas de color rojo y anaranjado, todo un asco. yo me arreglo bien con mi vino y más tarde, con una cocacola para no quedarme dormida.

algunos alaban la casa del country, les encanta el estilo de vida --la convalidación implícita de la diferencia--. yo lo detesto, pero cuando me invitan en general no digo que no. todo sin deslumbramiento.

hay una rubia a quien muchos se empomarían sin problema. hay música, muchos, demasiados hombres. hay alguno que otro al que me empomaría llegada una circunstancia extrema o no tanto. pero todo esto es indecible. así que sonrío un poco, bromeo de lo lindo mientras me fumo un pitillo tanto tiempo postergado y punto.

a casita vuelvo temprano.

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