martes, abril 04, 2006

ni para la reflexión ni para nada. parece que sobremonte no era tan cobarde como la mitología lo pinta o si lo era, la responsabilidad por el triunfo de los piratas no debió recaer sólo en su persona, etc. que me olvidé el libro en el café de la esquina (ya sin grillo dde la semana pasada) y tuve que partir rauda en su rescate.

...

terriblemente un mal humor, generatriz de enconos, de odios horrorosos se me expande por la dermis y a quien se me acerque, guerra. juro que pegaría, si tuviera alguna imbécil cara disponible lo bastante cerca --y si las consecuencias... digamos, si un buen golpe no trajera aparejado otra consecuencia que la de mi exclusiva satisfacción--.

las causas: triviales. un mando que pide tareas dos horas antes del deadline y quince minutos antes de la hora del almuerzo. gente que no pasa los datos porque me tengo que ir a entrenar y te dejan de garpe. gente que me dice cómo hacer las cosas. gente que horada la piedra blanda de mi equilibrio interno. gente. gente. como frutilla de postre que no se come nunca, voy a mi habitué de los lunes y no bailo un puto tango. gente otra vez. el problema --fundamental-- del tango es para mí que es una danza que tiene como rasgo mandatorio la sociedad con el otro, con la pareja de baile. de manera ocasional o como compañero permanente, no se puede bailar tango sin el otro. no deja de ser un incordio porque, por tonto que parezca, yo soy de las personas que, más o menos en general, se arregla bien "sin otro" o disfruta de su propia compañía. tantos años de autismo frente a un teclado negro y blanco han madurado la fruta suficiente para varias macedonias. hoy es para mí una porquería haberme encaprichenamoriscado de una danza --el tango-- que se centra en un abrazo en la comunión momentánea de dos que se mueven como uno. hace un tiempo, cuando la literatura era casi la única depositaria de todos mis suspiros, no resultaba tan incordiosa la falta del otro-simultáneo (no porque en literatura no haya un otro, lo hay, en la lectura, pero no en el instante/proceso de la creación). ni siquiera cabría compararlo con la música de cámara: en el peor de los casos, el músico tiene la posibilidad física de tocar su parte solo y escuchar internamente la melodía de los otros instrumentos. pretender bailar un tango sola, en cambio, se parece a querer comerse un sandwich sin pan.

en el tango no hay paja posible.

bueh. basta de pelotudeo.

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