martes, marzo 07, 2006

los nervios, tantos, la ansiedad, tan mucha. el niño, la mochila, los cuadernos, el almuerzo, una cantimplora (tuve el cuerpo, una vez, de cantimplora), el madrugón pero igual ir a practicar, ¿no me estaré volviendo estúpida, obsesiva y caprichosa. veo y quiero.

es apurado y es vertiginoso y la contemplación ya no me busca. estoy en función madre un ciento veintidós por ciento. me pregunto si se me notará en la cara, las bolsitas debajo de los párpados, la palidez, las muecas de dormida, seis de la mañana y todavía la noche abandonándose. yo salto. salto de la cama y corro al baño --en el camino mueren: un par de zapatos, ropa sucia, algún juguete-- me lavo la cara (qué trivial la melodía de escribirlo), si lo recuerdo o me pincho "agarro" la yilé y acontece la poda general de pantorrillas porque con el calor: pollera (queda feísima la piel blanca, las espinas negras). al último me autocariño con crema perfumada.

después: a despertar al escolar nuevito, bostezante, y adjuntarle un desayuno bajo la amenaza de jamás llegar a tiempo a clases, cuestión que, por supuesto, le importa tres carajos.

2 Comments:

Blogger A. opina lo siguiente:

No porque las mariposas sean bellas, la vida del gusano dentro de su capullo es hermosa. Toda trasformación es dolorosa, pero duele menos no perdiendo de vista el propósito. Entonces es posible que la contemplación nos alcance.

6:41 p.m.  
Anonymous Anónimo opina lo siguiente:

así es! yo igual estoy contenta.

2:48 p.m.  

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