lunes, marzo 27, 2006

esa mañana las personas se acercaban, como de costumbre, a la entrada al subterráneo. pero se detenían de súbito (lo que a cualquiera que hubiera visto la escena le habría hecho suponer que el servicio estaba interrumpido). el servicio estaba efectivamente interrumpido; lo curioso del caso es que la gente se quedaba con la mirada fija en el vacío de la escalera vacía, como si esperaran que en algún momento una explicación que les aliviara la decepción fuera a surgir por detrás de la reja, o como si esos segundos de contemplación alimentaran la probabilidad de un milagro (la apertura del candado, la reaunudación de los viajes) que jamás ocurriría.

por supuesto que yo me encontraba entre los pasajeros sin suerte de esa (esta) mañana, pero con la fuerza suficiente --y más que nada las pocas ganas de atender razones o buscar medios alternativos dentro del transporte público-- como para caminar aproximadamente treinta y cinco cuadras bajo la incipiencia de la lluvia. (nótese que digo "incipiencia" y no lluvia directamente).

ahora los altos mandos me llaman a discutir "estrategias". el vocabulario militar da cuenta de los recordatorios, feriados, lecturas del pasado fin de semana que me tienen sumida en un estado de decepción/escepticismo general respecto de las personas en general, historia, sociedad y todo lo demás. tal vez madre tenía razón cuando decía que "hay que participar" (papá lo sigue diciendo). que es la única manera. no sé bien de qué, supongo que de intentar cambiar alguna cosa.

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