martes, enero 10, 2006

hay cosas que merecen capítulos aparte. aparte de qué no sé por que no sé de la parte. como por ej. que te llame él y te cuente que se va a un país vecino donde "alguien" lo espera, que su voz suene a contento y en fin, felicitarlo, decirle que se cuide, que por favor mande los datos del lugar donde se quedará y etcétera, para saber, por las dudas, por si pasa algo. después morder la almohada y largar un poco del llanto del duelo porque se sabe que muchas veces las nubes implican la lluvia y el encuentro de él con "alguien" que lo espera es la cara nueva (y dolorosa) de "hay otra alguien que ya no está más".

por ejemplo, y sin concatenación alguna, digamos que porque es otra de las situaciones de mi cotideaneidad, un señor viene y me dice que "el tango lleva a eso". se refiere con "eso" a lo femenino, al perfume, la ropa y otros yo qué sés. todo sugiriendo que cuando comencé con la historieta del baile yo parecía uno de los tres alpinos venidos de la guerra pero sin ramo de flores ni nada. es verdad que el bailar me puso de golpe y porrazo frente a mi --a veces aterida-- feminidad ¿o es femeneidad?, en cualquier caso la cuestión del cabeceo, el aprender a esperar, el poner-atención-al-color-de-la-falda, los aros pendientes, las pulseras, y todos esos detalles tantas veces repudiados (si me querés, me querés desharrapada, con las crenchas sucias y sin depilar) se van volviendo sin desearlo (o deseándolo) parte de. el cuerpo. el cuerpo.

todo en la misma bolsa de gatos. el otro cotê es el de "la literatura me lleva siglos" ¿dónde quedó el beatífico enamoramiento?, me pregunto. y si antes leía una o dos novelas por semana ahora no llego, ni con ganas, a una por mes. así, recién después de tres milenios concluí con kawabata --la historia termina de manera intempestiva y de la nada aparece un cuento de un hombre a quien una mujer le regala su brazo: literalmente se desenrosca un brazo y se lo da--, faulkner pasó a mejor vida y las novelas de soriano que vinieron con la navidad no hacen otra cosa que morir de calor y aburrimiento en una mesa.

con escribir, lo mismo.

aparte, también, la familia y los miedos, que si hubo un accidente el año pasado y la víspera se acerca de la fecha y ñácate, qué miedo, qué miedito. los niños que lloran, como siempre y que también se ríen.

2 Comments:

Anonymous Anónimo opina lo siguiente:

bueno che, me alegro, qué de suculencias y conventillos en los pasares y los quehaceres!
vivan los jaleos y desaburros!

8:37 p.m.  
Blogger Carlos opina lo siguiente:

Ríase un poco, estimada desconocida: mientras usted dubita la literatura le cabecea.

Mientras todo ocurre yo publiqué mi propio libro, fíjese:

http://omargenovese.wordpress.com/2006/01/11/el-honrado-gorila/

Imíteme y no ceje. Ya vendrán tiempos.

9:10 p.m.  

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