jueves, junio 30, 2005

autour de madame

lo brillante del caso, lo absolutamente arrebatador, es que ella, aun en uno de los momentos más desgraciados, pueda permitirse un pensamiento como el siguiente: "este es el comedor que yo necesito", mientras pasea su mirada por los cristales decorados, la estufa de porcelana, la vajilla de estilo inglés.

observación que ni siquiera utiliza como un medio para distraerse de lo terrible de los acontecimientos sino que conforma una parte tan íntima de su ser como los volados de encaje de sus enaguas o sus botitas negras. "ella que es tan inteligente", si no tuviera esa tremenda y espeluznante capacidad de desdoblarse en el sinnúmero de pasiones que la atormenan o la seducen, si no pudiera arrojar a un mendigo que le causa repugnancia y desprecio los últimos cinco francos de su bolso por considerarlo un gesto bonito, casi heroico, no sería, al cabo, ella misma.

y es esa pequeña frase "este es el comedor que yo necesito" pensada en ese contexto desesperante --se encuentra en la casa de un hombre a quien apenas conoce y que está a punto de sugerirle a ella, ¡una dama! que se prostituya para saldar una imposible deuda-- lo que la define entera. su altivo "no estoy a la venta" por toda respuesta, el orgullo pueril que la envuelve al huir de ese hombre asqueroso, su indignación risible y patética la salvan en parte, y en parte la condenan. ¿por qué no a un desconocido y por qué sí a un amante?

miércoles, junio 22, 2005

a vuelo de pájaro o de cucaracha que de glamoroso nada tiene pero es vuelo al fin por las mañanas me levanto tempranísimo y tiendo (tendía) la cama hoy no porque salí corriendo aun más al alba que lo usual y todo quedó esparcido por doquier en un irremediable despatarre (ver definición) los autitos los dinosaurios las figuritas las cartas los libros de cuentos los baberos los pañales la ropa en la soga y la soga en su correspondiente patíbulo hablamos el otro día de un cuento con patíbulo y gente construyéndolo al patíbulo y al cuento pero ahora es ahora y alguno dice que la derrota fue para los spurs mañana juegan el último play off a una qué le importará la ene-be-a la verdad es que nada de nada porque una está en otra cosa se persigue una resolución para un problema práctico un asuntito de lo cotidiano que no es una desgracia estremecedora (pero) ni resulta terrible ni me deparará un destino minado con espantos ni hará que muera en lo inmediato aunque moriré algún día sí como piensa laurence mientras discurre en les belles images que pour casualité encontré mientras buscaba con ahínco a emma bovary (di con ella, por fin, se esconde en otra almohada) había-hay deuda pendiente con flaubert tanta literatura dando vueltas que a veces apabulla a dios gracias no sé qué haría yo sin ella sin su posibilidad sin su remedio dios no existe de eso ya me di por enterada hace rato algo habrá dicen, digo, quierocreer pero antes de retirarse subrepticiamente (porque todo lo hace así, furtivo, qué cólera ni qué iracundias) dios me dejó los libros me dejó los hijos me llenó de leche me dio el sexo -ahí te quiero ver- no necesariamente en ese orden y también dejó así como al olvido algunas palabras 'pa que te entretengás o el piano como el otro día un poco de mozart una fantasía una sonata cualquier cosa no muy complicada que las manos con los años se agarrotan lindas manos dios se las tomó pero también me había dicho ¡música! y así con música con hijos con la muerte que se lleva cosas con el sexo con las letras con la idea del amor con el amor con lágrimas y los otros condimentos viene el tiempo
el tiempo viene
y siento
y soy
.
..

jueves, junio 16, 2005

...

martes, junio 07, 2005

Cumplemeses, once meses y la mamá que esta mañana le dio miles de besos pero se olvidó de felicitarlo por su cumplemeses, se levantó corriendo y después estuvo más de media hora en el baño entre la crema con olor a duraznos, la loción para la cara, el secador de pelo, el perfume, los aros, cumplemeses y después la mamá en la cocina batiendo la leche para que no se le hagan pelotitas, preparando un té, un jugo de naranjas y vos tomate el yogur que se hace tarde y me voy me voy me voy, ya te lo dije, cumplemeses y la mamá con la cabeza siempre en otra parte que no se sabe dónde queda porque ni ella se imagina lo que se imagina, lo único que cuenta es que está viva, que hace cosas llenaespacios, se confunde in-fi-ni-ta-men-te, se equivoca pero vuelve. Siempre vuelve al centro, porque si se va muy lejos, aparece inevitable el miedo, no un temor determinado, no un espanto por un monstruo imaginario o una sombra, no un terror de cucarachas nocturnas, no, un miedo más simple y al mismo tiempo más complejo, un miedo más inexplicable, una semiconciencia de lo que el tiempo lleva y trae, un leve tirón en la espalda que la hace regresar a donde pertenece.

Después de dar vueltas más, vueltas menos, llega a mis manos lo siguiente:

“Voy a matar a un hombre. No sé cómo se llama, no sé dónde vive, no tengo idea
de su aspecto. Pero voy a encontrarlo, y lo mataré...”


Qué frase increíblemente sencilla y poderosa a la vez. Voy a matar a un hombre. Imposible ignorar semejante comienzo aun cuando en la página siguiente muere un niño atropellado por un auto como en la historia de Stig Dagerman.

Y el comienzo de otra cosa, una tensión, una pulsión. Me sobreviene en el momento menos pensado, explica. Cuando estoy haciendo compras, en mitad de una caminata sin rumbo cierto. El malhumor se disipa.

viernes, junio 03, 2005

él o yo

El enano es un imbécil.

Im-bé-cil. Además, es enano. Eso. No me llega a la nariz, su nariz. Imbécil, enano, cuadrado. Ahora bien: no sé quién es peor él o yo. Él, por lo menos, está convencido de lo que dice, o lo convencieron. A mí, hablando mal y prontísimo, nunca me importó nada un carajo. Hasta hoy que tengo que tolerarlo diciéndome que no van a caérsele los anillos (¿qué anillos?) si en última instancia tuviera que colaborar conmigo. Prosigue, maldito homúnculo: las reglas son las reglas y a mí me hubiera gustado ser jugador de fútbol, y nuestra RESPONSABILIDAD es nuestra responsabilidad lo que implica que si alguien te pregunta vos tenés que poder responder. Punto. Clávole yo una mirada intensa (que me gustaría fuera tan intensa y dolorosa como un ejército de alfileres pinchándole los testículos) y le contesto: A ver, ¿por qué no habría yo de responder lo que se me preguntara?; continúo en modo silencioso: acaso, señores, ¿tengo cara de idiota?.

Luego agrego algo acerca de causas eficientes y finales, algo que el enano no entiende porque debe pensar que Aristóteles fue un tribuno romano, aunque ni si quiera: la función “pensar” no está incluida en su botonera. Termino, mientras escucho, haciendo una muñeca con un vaso de plástico y los nosécómosellaman palitos para revolver el café --los palitos para revolver el café deben llamarse así: palitos-para-revolver-el-café--. Pienso en los meses que se avecinan y los adivino pletóricos de muñecos de plástico con palitos cruelmente hundidos en sus entrañas. Con absoluta gentileza me he ofrecido para tomar a mi cargo la parte más pesada del laburo. He recibido en compensación: miradas de desconfianza, abiertas alusiones a mi testarudez, reprimendas disfrazadas con sonrisas. Mi dulce esposo ha de tener razón.

Soy una imbécil.

Bah, por lo menos puedo hacerlo literatura. O algo parecido.