jueves, junio 30, 2005

autour de madame

lo brillante del caso, lo absolutamente arrebatador, es que ella, aun en uno de los momentos más desgraciados, pueda permitirse un pensamiento como el siguiente: "este es el comedor que yo necesito", mientras pasea su mirada por los cristales decorados, la estufa de porcelana, la vajilla de estilo inglés.

observación que ni siquiera utiliza como un medio para distraerse de lo terrible de los acontecimientos sino que conforma una parte tan íntima de su ser como los volados de encaje de sus enaguas o sus botitas negras. "ella que es tan inteligente", si no tuviera esa tremenda y espeluznante capacidad de desdoblarse en el sinnúmero de pasiones que la atormenan o la seducen, si no pudiera arrojar a un mendigo que le causa repugnancia y desprecio los últimos cinco francos de su bolso por considerarlo un gesto bonito, casi heroico, no sería, al cabo, ella misma.

y es esa pequeña frase "este es el comedor que yo necesito" pensada en ese contexto desesperante --se encuentra en la casa de un hombre a quien apenas conoce y que está a punto de sugerirle a ella, ¡una dama! que se prostituya para saldar una imposible deuda-- lo que la define entera. su altivo "no estoy a la venta" por toda respuesta, el orgullo pueril que la envuelve al huir de ese hombre asqueroso, su indignación risible y patética la salvan en parte, y en parte la condenan. ¿por qué no a un desconocido y por qué sí a un amante?

1 Comments:

Blogger ntx opina lo siguiente:

¡Desgraciada de la mujer que se comprometa a alguien! Sólo basta tener un amante para que la condenen, mientras que diez escenas de libertinaje, repetidas día a día, si ella quiere, se desvanecerán en el silencio de la noche, tan pronto como fuesen consumadas.

en La filosofía en el tocador, M d Sade.

6:39 p.m.  

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