regresar y no regresar nunca
queda la piel en la sal del aire
en la enorme abigarrada historia que se lee
queda un poco del tiempo sin cesar caminador de bordes
(otra vez y muchas otras veces)
los desnudos pies
dorándose de arena
mientras un peatón
descansa fijo y blanco
sobre el cuadradito negro del tablero de ajedrez,
o espera.
espera el dedo que le avance un poco,
(apenasmente)
el tranco.
queda el sol pegado fiero a los lunares
la nariz de pecas
nunca vistas
nervios en el modo inevitable del regreso
las palabras acudiendo en lenta
(demasiado lenta)
sucesión:
como dormir todavía en mitad de la mañana
cuando la hora se dejó ya demasiado lejos
(la del sueño)
y no hay permiso, no,
para acunar al cuerpo.
entre la nada y la pena
!
yo quiero vivir también,
se oye a la célula.
lo dice sin fervor, pero lo dice al fin.
no entiende de lo otro
y se repite
y se autoproclama.
(allá en lo oscuro
está tu alma
que no es alma
sólo mi deseo
mi desearía que
por qué habraste ido tan temprano,
tan sin
porque sí)