lunes, julio 11, 2005

llora, en el sol, por su señora muerta. llora y llora. por la señora que vivió con ella, de ella, de su trabajo, de su fidelidad. ahora no está. ya no está más, esa señora, viera usted con qué entereza asumió lo que le tocó en suerte. ella sabía que se iba. lo sabía muy bien. así y todo no se olvidó de nadie, mi señora, que compró el regalo del bautizo, dejó una carta para la nieta, dejó una carta para los hijos, les pidió que me tuvieran con ellos cuando todo terminara, se preocupó por mi trabajo, por el futuro. porque antes de morir, fíjese usted, miró al futuro del que no formaría parte y lo miró de frente. habrá sentido vértigo, mi pobre señora.

llora, simplemente, una señora por otra señora. llora sin pausa.

en eso se me acerca el gordo, el del signo pesos, las vacas, el saco de valores. en mi oido larga, pastoso: vos sos religiosa (con signo de interrogación en el final). contesto: no. (¿?). agrega: yo lo único que veo es que ahora vienen estos tipos y amablemente nos hacen retirar para que pase el que sigue. pienso: ¿qué pretenderá que le responda este gordo? y en alta voz: y sí.

está la tristeza. demasiada, gime alguien por ahí.

y está, además y como siempre, la perplejidad. yo digo. porque por más florida vida eterna que se invoque, por más estoicismo, por más que uno se la banque y se repita 'sasí-nomás-aquí-se-acabó-todo-señores, a quién no le da como un estruje ¿eh? eso de saber que aquella voz no vas a escucharla nunca más. jamás. eso de saber que la propia voz, llegado un día equis que desearíamos fuera imposible, zaz, calló, o callará y será, quizás, como tratar de hablar y que en lugar de las palabras broten las burbujas como peces de silencio.

innúmeras.

y cada vez más lejos.

1 Comments:

Blogger Carlos opina lo siguiente:

Por eso, porque no hay dioses, hay gente que en su lugar escribe, estruja y desestruja.

Hermoso, por interesante, lo que escribió hoy. Ansina é, pó.

¿Innúmeras como las series de Leibnitz?

El riguroso.

8:46 p.m.  

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