miércoles, julio 06, 2005

leer las palabras mismas una y veces muchas como un eco, la persona, la muchacha que se maravilla ante su ser-no-ser, mirar, mirarse el pupo y encontrarse ahí ombligado, ver que no cambió la cosa, que todavía existe el vértigo de quien lo sufre, lo que nos apabulla. un extraño(te) pronombre, un echar de menos a quien se hace falta, quiero amor, te quiero, te quiero tenerte, tener lo que quiero. qué es. qué es nadie lo puede decir a cierta ciencia -ni a incierta- porque no lo sabe, nadie. ignora. por ahí: yo doy (yo amo) en la medida de mis posibilidades. por acá: no es las tempestades, no el tumulto (o sí, pero amoldado al paso de los años), no es el absoluto, no es la angurria indómita del otro (o sí, pero sin confesar, sin confesarse). café en el vaso, leche, círculos pegados en el vidrio, una humana mancha en la ropa, la piel adherida con la piel, o con los besos, la conversación interminable, la ilusión cercada desde antes de pero no importa. ah, entonces me sumerjo en los prepartivos de la fiesta, de la iglesia, de la chocolate-huevos-zúcar-nueces torta, del peinado, de la falda, de las medias largas como cuellos de jirafas con rayitas, de las manos, de la casa, de la chica de uniforme negro, de todo ordenado y prolijo que llega la gente, de hacer mi quehacer y de hacerme.

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