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a veces se hallan pelotitas de agua o vidrio en algún rincón del cuerpo. a veces hay que esperar que se quiebren o se disuelvan por sí mismas, que se desaparezcan. otras tantas, esas que parecían frágiles esferas crecen indiscriminadas. se expanden. también hay que esperar: el cuerpo, de un momento a otro dirá lo que deba decir. o gritará y querrá que le arranquen las raíces.
todavía, mamá, yo tengo la sangre que me viene como un arremolachamiento, como un motín: un desbande de endometrio destejido. y soy dueña de un útero, parece, un poco demasiado grande.
yo también tendré que esperar.
yo también aprenderé a esperar.
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