martes, marzo 01, 2005


Una conversación es, entre otras cosas, el acuerdo de dos voluntades dispuestas a escucharse, a intercambiarse.

Leer a DH Lawrence es tedioso por momentos, estimulante por momentos. Otra experiencia más que el cansancio se encarga de frustrar con sus múltiples acometidas.

Hace xxx días que no duermo bien, que no me pierdo y soy un manojo de rescoldos que no terminan de apagarse por completo. Este ritmo es agotador repito una y una vez u otra y otra vez, lo que viene a ser lo mismo. Como si gritándola a los cuatro vientos uno se deshiciera de la circunstancia.

Mirá, en realidad vos decís que no quisiste, que fue casi como si te hubieran obligado, pobre mí que no que sí, pobre mí que me negaba y me metieron en la boca un caramelo demasiado dulce, pobre mí que mi abstinencia me provoca y que hay de mi ansiedad, de mi deseo de otro mí, de vos y vos, y todo el aire conturbado y unas nadas por debajo y qué cautela tremebunda. Sí total me enojo sí, de nada qué me importan las palabras baladíes, es lo único que resta por ahora, inútil. Y te callo. Me silenciadoramente me.

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