jueves, marzo 03, 2005

Los chicos tienen distintos apellidos, ¿eh? y eso se aclaró desde el primer momento. Las cosas por su nombre. Sí, sí, justamente por su apellido. No obstante la semilla tuvo el mismo origen escrotal, digamos, el que la puso la puso, dos veces, en igual aujero. Alguien debería explicárselo, a ellos, a los chicos, que todo lo entienden antes de que nadie se atreva a decir nada. Está claro, está claro, pero no hubo problemas, han sido aceptados en el colegio. ¿Aceptados? Dios mío, estamos hablando de ellos como si se tratara de pequeños monstruos.

Hasta que no salga, no salga. La cosa es así y no se puede arreglar. O que se muera. Dentro de diez años, o menos, veremos, cuando los chicos no sean chicos y reclamen por enésima vez la explicación que se les debe, la que ya conocen.

Por teléfono le pido que no queme los diarios. No los tires no, es lo que sos, y lo que fuiste, prometo no leerlos si es que te incomoda. Pero no me hagas eso, no los destruyas porque (pienso y no lo digo) es lo único de vos que va a quedarme, que va ayudarme a comprenderte y a comprenderme cuando (pienso y no lo digo) te vayas. Historias de amor no busques, historias de amor no hay. No seas ridícula que no me interesan, en todo caso, no quiero nada de tu vida de soltera, quiero saber acerca de después, de tus amores de después, de cuando ya eras madre y mujer casada. Ahora estoy deshaciéndome de todo, de la vida que pasó, de la que nunca pasará, de los vestidos y los zapatitos, de los libros, de las anotaciones, de los tangos que cantábamos sin que los entendieras, sin que pudieras ni remotamente imaginar lo que significaban.

Pido el menú del día. Mientras espero mordisqueo un pedazo de pan, de reojo una mujer con el pelo enrulado lloviéndole en la espalda, está muy preocupada por su apariencia. Estuve llorando, hablando de que a mí tampoco me sale hacer lo drástico, decir ya nunca más. Al fin y al cabo si la vida es provisoria, cómo no habrían de serlo sus fragmentos.

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