sábado, enero 08, 2005

Inútil el diluvio universal. Inútil el arca. Hoy lo que me diluvia es el cuerpo. E duerme, L juega, silencioso, con la esperanza de que en algún momento abandone la estupidez de estar aferrada a una ilusión: la de recomenzar a andar el camino de la escritura. Sucedieron tantas cosas últimamente. Casi como si nada hubiera ocurrido. Hay una esfera de la que soy centro y hay un vértice que se me escapa.

Lo que consuela de la quietud es su precariedad, la potencialidad, la inminencia permanente del movimiento. Como en “no leer”: el espacio vacío que puede ser llenado no obstante la ansiedad que este vacío genera.


Por primera vez en la vida surgió como una aparición la posibilidad del suicidio. De semblanza completamente absurda, el pensamiento se manifestó sin embargo en toda su terrorífica dimensión. Por supuesto que observarlo desde la calma post-tormenta parece, por momentos, una broma o un juego. ¿Cuál es el costo de oportunidad de morir? Hasta hace poco tiempo el ejercicio de pensar en cosas terribles desembocaba en la inevitable (y pacificadora) conclusión de que, aun así, la vida vale la pena ser vivida. Ahora, cuando por algún motivo (estúpido o no), aparece una razón por la cual esa misma vida podría llegar a perder su sentido, el espacio para la existencia se reduce tan abruptamente que vivir –inclusive cuando esa razón no se haya materializado- se hace insoportable. Ah, ese milagro. Ese milagro que yo pude construir.

Abandonar toda escritura emergió también dentro de la espiral de pequeñas catástrofes. Para qué. De qué sirve una vocación tardía si la cotidianeidad está tan plagada de “hay que haceres” que no queda lugar para profesarla. Leer lo que escriben otros, ver ese torrente en que confluyen las palabras de los demás, el talento del que muchos hacen gala resulta inspirador. Al fin y al cabo ¿cuánto puede hacerse a partir de la frustración y cuánto a partir de la inspiración? Si otros pueden, ¿por qué no yo? No escribir, no poder escribir ahora, en este momento, es también potencialidad. Algó habrá en algún rincón después de tanto tumulto.

Vamos a hacer otro intento. Y van...

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