lunes, noviembre 22, 2004

princesas

Y de éste y de aquél, y de aquéllos y de éstos, libre y desenfadadamente triunfa la hermosa Marcela, y todos los que la conocemos estamos esperando en qué ha de parar su altivez y quién ha de ser el dichoso que ha de venir a domeñar condición tan terrible y gozar de hermosura tan extremada.


hay una que se cercenó la carne del abdomen porque le parecía que tenía el estómago flojo, que se le iba a salir, quedaba feo verlo en el espejo, necesitaba, le urgía sentirse mejor con ella misma y por eso, además, se sacó lo que le sobraba de las piernas; hay otra que lo que se tiene que operar son las naranjas que le crecieron en el útero y se lo hincharon como canasta de feria, van a arrancárselo nomás, extirpárselo, van a dejarla vacía, entonces llora, le dan ataques de comprarse ropa de preñez y disfrazarse; hay otra que bebe y bebe sola, en su casa, abrazada a la botella hasta que la vence el sueño, luego la vence el cansancio, luego quién sabe qué angustias, luego la botella otra vez y así le pasan las noches; después está la otra que sin que nadie la obligue se enclaustra en el encierro del otro, elige amortajarse una vez por semana, qué preciosidad; también hay la que se la pasa de la clase de tango a la de flamenco, del taller literario al ciclo de cine polaco, de la a a la zeta y siempre se queda en un paréntesis ahogado en puntos suspensivos, no hay poronga que le venga bien; está aquella a la que la atiborran de hormonas y de análisis y cosas porque los hijos no le crecen en el vientre y desespera; está la obsesionada con el engaño que le infringen y la que infringe engaños y se infringe; la que piensa todo el tiempo en eso y la que hace eso todo el tiempo y nunca piensa en nada.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home