jueves, octubre 28, 2004

dormir en dolo y en penumbra
en goce, en llanto placidez
rastrera
lumbre incinerada
flor acuchillada
en la cumbre, la razón se desbarata
mal
ha
dada

La racionalidad de Bach y sobre Bach, en Bach, debajo y por detrás.
Se me recuerdan las clases de fuga y contrapunto.
El profesor Fragaso refregándose, barbado, las guedejas.
Aburridamente.
Diría a sus alumnos entre rasqueteos: modulación por cadencia a la subdominante de la nueva tonalidad, o la nada.
Claro, Fragaso no calentaba ni medio. Ni una paja mental, ameritaba.
Para el accionar masturbatorio, mejor la clase de morfología. Pítari, el nombre del maestro viejo y su teoría de la utilización modal en Beatles: tesis doctoral.
Todo quedaba en la sesera.
Huera.
Ni siquiera necesito tocarme, le dijo, para acabar. El otro se deshizo en baba. (Demasiada literatura de otros y el espanto de no poder escribir ninguna cosa)
Volviendo a la música: qué otro compositor mejor que Sebastián para catedralizar.
Y montada sobre la matemática:
la magia,
la pájica,
la trágica,
la trama


Todo esto es eso. Eso es todo esto: la pulsión, la pulsa, la repulsa repulsión de mí. Misma. Que no quiere que se le termine el tiempo.
Que no quiere silenciar el verbo.
Que no quiere detener(se) aunque ello implique:
escribir el vacío
à la Giacometti.
Que me perdone Giacometti:
al fin y al cabo, suena a marca de pasta asciuta.

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