lunes, junio 07, 2004

...

Salgo de un paginerío para meterme en otro. Cuando la necesidad abruma, abruma y es imposible no hacerle el honor. (Abruma y es imposible no hacerle el amor).

¿Por qué me molesta la burla cuando en realidad no tiene importancia? Porque no es verdad que no tenga importancia, sobre todo cuando se trata de algo personal, de esas ampollas en situación
de estallido
incipiente
que se
muestran
solas
sin que
nadie
se lo
pida.

Citareando me encuentro en un brete para explicar la teoría de la posibilidad infinita. Es cierto que un dragón no podría suceder jamás, pero también es cierto que no me sería posible imaginar algo fuera de los límites del universo mismo. Un dragón no es más que una combinatoria de fuego con escamas y rugidos, una conjunción extraordinaria de objetos posibles aunque la cosa misma no lo sea. No importa qué tan lejos la llevemos, la mente no podrá llegar más allá del borde que nos separa de todo aquello que no se puede imaginar (no importa si soy yo o si es otra persona, en conjunto los hombres no pueden pensar en algo diferente de lo que los hombres piensan).

Bah, otro día lo pienso mejor.

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