viernes, enero 23, 2004

...
As an unperfect actor on the stage,
Who with his fear is put besides his part,
Or some fierce thing replete with too much rage,
Whose strength's abundance weakens his own heart,

So I fear of trust, forget to say
The perfect ceremony of love's rite,
And in mine own love's strength seems to decay,
O'ercharg'd with burden of mine own love's might,

O let my looks then be the eloquence,
And dumb presagers of my speaking breast,
Who plead for love, and look for recompense,
More than that tongue that more hath more express'd

O learn to read what silent love hath writ,
To hear with eyes belongs to love's fine wit.

~ Shakespeare ~ Sonnet XXIII ~


De tan apabullante que me resultaba la conciencia de mi propia muerte, de tan insoportable, tan certera, tan absurda y tan estúpida, hoy no me preocupa (hoy, sólo por hoy), o no la entiendo, o no la veo, o no la siento. Miles de veces gastadas en pensar qué frágil soy, qué absurdo el hecho de existir para luego, en menos de un segundo ya no ser, y hoy (sólo por hoy) esa es una idea que se mantiene a distancia o al acecho, pero no molesta. Y me pregunto, o mejor, me digo que es imposible pensar en esas cosas cuando se hace la vida con la vida. ¿U otra vez dentro de un tiempo voy a volver a experimentar ese miedo atroz a perder lo que más quiero?

Ahora u hoy (sólo por hoy) se me hace inconcebible y es que tengo un corazón en otra parte: tengo el mío y tengo el de mi hijo y el de mi otro hijo que crece y vibra y absorbe completamente la energía de mi sangre, el aire que respiro, las pocas ganas de pensar que tengo, las pocas ganas de escribir, los enojos y los desencuentros y las palabras dichas al azar porque, total (ya lo sabemos) hablar es gratis. O al menos eso parece.

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