jueves, febrero 15, 2024

jam session

No estuve en muchas (ni escuchando, ni tocando). La de ayer fue especial. Porque fue la primera de otras que vendrán. No sé cómo. Pero vendrán. 

...

Ayer en la jam hice la de John Cage 4'33: digamos que me subí habiendo acordado determinada lista de standards y luego otras personas decidieron que iban a tocar algo distinto y yo quedé ahí en medio de la escena con los músicos detrás mío, sin saber muy bien qué hacer. Cada vez que llegaba el turno del solo de piano un bajista rubio y simpático me miraba para recordarme "es ahora" y yo le hacía una seña con la mano como para que arrancara él con lo suyo. Así que me pasé Alone Together y un Au Privave en contemplación o mejor dicho, en escuchación de lo que sucedía a mi alrededor, riéndome de mí misma y completamente sudada como si estuviera dándolo todo. Pero no. Pensaba si alguien se preguntaría qué estaba haciendo ahí sentada en el piano metiendo un acorde cada dos coros mientras los caños (había saxo, trompeta y trombón) se descosían con sus improvisaciones beboperas. Eran todos varones (jóvenes) mis compañeros. Y yo estaba literalmente de adorno. Fue una performance minimalista (la mía) con preponderancia de silencios. Cuando terminó el blues de Parker, el chico de la trompeta, que me había pedido que subiera a tocar con él,  enfundó el instrumento y emprendió la retirada. Entonces me levanté del taburete y le hice señas para que regresara: esto no es lo que habíamos convenido ¿vos no ibas a tocar Misty? Un saxofonista que tenía al lado dijo dale hagamos Misty pero no me sé la B. El guitarrista, uno de esos que saben absolutamente todas las canciones de todas las épocas y que pueden tocar durante horas sin abatirse, dijo que él podía cubrir lo que los demás no supieran. El chico de la trompeta dijo ok, volvió y la cosa se armó; salió una versión de Misty del tercer subsuelo, bastante descangayada e incierta pero con algunos acuerdos en los desacuerdos que nos permitieron llegar a todos, no sé si juntos pero casi, al momento dominante. 

Y al tiro del final. 

Fue así como hicimos el honor (o el horror) al día de los enamorados. 

Cuando terminamos huimos despavoridos, el chido de la trompeta y yo, directo a la calle, la mirada perdida, los bártulos desordenados, con esa desorientación típica que sentimos en el momento de después de hacer música (o algo que pretende serlo).

Lo hicimos, me dijo. Un papelón hicimos, dije yo. Y nos fuimos muertos de risa. 


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