sábado, febrero 03, 2024

escribir como cualquier cosa

eso era antes. como un sucedáneo del teclado blanco y negro, el tipi tap sobre los cuadritos de la computadora en cualquier momento del día para decir n'importe quoi. 

hoy la biblioteca es la mitad de la biblioteca porque regalé los libros (estacionados en doble fila) que hoy sé que no voy a leer ni a consultar; claro, ahora es antes y queda menos mañana. es decir: no me alcanza la vida y las ambiciones se fueron diluyendo. 

hace poco pensé que podría dedicarme full time a organizar tareas domésticas como llamar al jardinero para que pode las plantas que están en la parte delantera de la casa frente al ventanal de la cocina y no permiten a la luz entrar. eso, o mandar a arreglar las cortinas que se niegan a subir del todo, comprar una tapa nueva para el inodoro, comprar jazmines y cambiar el agua de los floreros. cuestiones por el estilo. pensé que no necesito realmente más nada. sí el piano, es ya una parte de mi cotidianeidad, no puedo estar sin tocar (aunque sea como sea) pero ni siquiera el sexo. 

hasta que en un instante se desencadena una progresión de hechos en apariencia sin importancia pero que me dejan inoperante. porque... ¿por qué?. 

de la novela de sartre solo recuerdo que había un personaje que leía los libros de la biblioteca en orden alfabético. un día alguien le pregunta --asombrado por una supuesta arbitrariedad en la selección de los temas de los libros que leía-- cuál era su criterio para elegir sus lecturas. y el hombre contesta que en realidad no pensaba en esos términos, sino que simplemente iba tomando los libros que estaban ordenados alfabéticamente en los estantes. 

el autodidacta se llamaba. bueno, quizás tenía un nombre, aunque no lo recuerdo. 

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