viernes, mayo 07, 2004

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-- En un libro de Pasternak, La infancia de Liuvers, me llaman la atención las imágenes hídricas que se suceden con una frecuencia asombrosa.

Por ejemplo:

“Hablaban como si derramaran agua sobre el mantel: ruidosamente, con frescura y siempre de cosas distintas, inesperadas”

“Derramaba su blanca luz hiriente que parecía virar a borbotones de un balde virado con un puntapié (...) y corría en torrente por la tierra”

“Día y noche se mantenía el fastidioso parloteo de los patios declarando destronada la noche, repitiéndolo en voz baja y goteando todo el día con un efecto soporífero, como una infusión para dormir...”

“Fluía, como salido de un manantial, el ruido frío y diáfano de los corredores de la escuela”


-- El artículo sobre Ajmátova está cuasi terminado. No estoy segura de que haya servido demasiado para nada, excepto, claro está, para llenar de placer y reflexiones el tiempo que me llevó prepararlo y escribirlo. Mamá está encantada con la historia. Creo haber aprendido algo. Espero que no me caguen. Bah, no voy a dejar que la frustración tome el mando, después de todo ¿quién me quita lo bailado?

-- Me fascina la escisión en la literatura Rusa durante el siglo XX. Mi colección de escritores soviéticos, la propaganda, el ocultamiento deliberado de las culpas, la preocupación por los temas sociales, la martirización encubierta tanto de campesinos como de burgueses; mi colección de escritores rusos de extracción aristocrático/burguesa, las prohibiciones indiscriminadas, la escritura como salvación, la escritura en sí y para sí y a la vez como la manifestación de lo individual ante la ferocidad de un sistema que destruye en su afán de construcción.