jueves, abril 29, 2010

ouroboros

es un espanto este no poder expresar más que unos números en una planilla de cálculo, mirar de reojo al fondo del salón y no ver nada --o la contrapartida del paso del tiempo, el espejo invertido de lo que voy dejando de ser--.

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esa oleada subcutánea y artera de los celos. una molestia ínfima en la punta del zapato: la sensación de estar a punto de caerme de la silla de mi seguridad.

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te extrañé mamá.

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voy leyendo la historia de la patria un poco caótica y de manera caótica --saltando de un período del siglo xx a otro del xix, y luego al xx y luego al xix, así en desordenada sucesión-- , son 200 años nada más, leo con la conciencia de estar haciendo un esfuerzo tal vez inútil porque dentro de un tiempo me habré olvidado todo, excepto esa sensación de tristeza, decepción y asombro que me da enterarme por enésima vez de los hechos de la historia que voy leyendo de manera caótica --saltando de un período del siglo xx a otro del xix y luego al xx y luego al xix, así en desordenada sucesión--, son 200 años, etc, etc.

lunes, abril 05, 2010

siento los omóplatos cargados.

domingo, abril 04, 2010

his dark secret love

does thy life destroy.

explico la parte de mis sueños que puedo o que queda: una pulsión dulce y burbujeante de besar a otra mujer, una mujer muy joven y de cabellos largos con quien finalmente nos abrazamos y besamos con premura --debo confesar: tras mi insistencia--; después o en el mismo instante o antes (¿quién puede recordar con claridad la cronología de una pesadilla?) alguien me busca en la puerta de casa, alguien a quien sólo conocí en miles de palabras intercambiadas de orilla a orilla del océano, pero, con la cara de otra persona; por último hay un piano vertical y silencioso que no se me anima porque, dicen, soy una persona sin agallas, temerosa de cualquier desafío que pueda presentarse.

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sentadas en una mesita de un bar de palermo, ese barrio inventado, nos referimos nuestras peores circunstancias (no es del todo cierto, yo siempre me reservo para mí una parte de mi vida o por lo menos: jamás le cuento todo a una sola --la misma-- persona). en nuestros relatos hay cárceles, una chica esposada caminando por tribunales como si lo hiciera en una realidad paralela, en una historia que no le está ocurriendo; hay otra chica rumbo al correo central a firmar una renuncia sin testigos, sin identidad, sin documento. nos reímos de los hechos tanto como los aborrecemos y nos suenan increíbles o más: inverosímiles.

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llego tarde a la historia.