sábado, octubre 30, 2004

yo quiero ser una chica Almodóvar:

como patty diphusa escribir mis memorias
anotarme en cualquier clase de bombardeo
no tener otra fe que la piel ni más ley
que la ley del deseo.

Entra señora, dice temperatura, humedad, visibilidad. Dieciocho grados dos décimas. Unos veinte grados de inclinación la pobre, las piernas hinchadas, los zapatos que se niegan a separarse (le) del piso. Ella no es una chica Almodóvar.

Entonces alguien a quien usted nunca vio antes. No, no me regala un ramo de flores. Pregunta: Y vos escribís lo qué. Lo que podé. A veces, ni eso.

Y aquí andamos, ninguneando. No hay conversación posible cuando: el interlocutor no para de hablar un segundo porque no existe en el universo nada más importante que lo que él tiene para decir, ergo: no escucha ni por casualitat ¿para qué tomarse la molestia?; el interlocutor no habla, pero tampoco está interesado en lo que el otro le refiere, ergo: todo le importa tres belines. Lo que no sabría a ciencia cierta es a cuánto cotiza el belín.

Yo tampoco soy una chica Almodóvar.


jueves, octubre 28, 2004

dormir en dolo y en penumbra
en goce, en llanto placidez
rastrera
lumbre incinerada
flor acuchillada
en la cumbre, la razón se desbarata
mal
ha
dada

La racionalidad de Bach y sobre Bach, en Bach, debajo y por detrás.
Se me recuerdan las clases de fuga y contrapunto.
El profesor Fragaso refregándose, barbado, las guedejas.
Aburridamente.
Diría a sus alumnos entre rasqueteos: modulación por cadencia a la subdominante de la nueva tonalidad, o la nada.
Claro, Fragaso no calentaba ni medio. Ni una paja mental, ameritaba.
Para el accionar masturbatorio, mejor la clase de morfología. Pítari, el nombre del maestro viejo y su teoría de la utilización modal en Beatles: tesis doctoral.
Todo quedaba en la sesera.
Huera.
Ni siquiera necesito tocarme, le dijo, para acabar. El otro se deshizo en baba. (Demasiada literatura de otros y el espanto de no poder escribir ninguna cosa)
Volviendo a la música: qué otro compositor mejor que Sebastián para catedralizar.
Y montada sobre la matemática:
la magia,
la pájica,
la trágica,
la trama


Todo esto es eso. Eso es todo esto: la pulsión, la pulsa, la repulsa repulsión de mí. Misma. Que no quiere que se le termine el tiempo.
Que no quiere silenciar el verbo.
Que no quiere detener(se) aunque ello implique:
escribir el vacío
à la Giacometti.
Que me perdone Giacometti:
al fin y al cabo, suena a marca de pasta asciuta.

miércoles, octubre 27, 2004

desanudado el nudo desnudado
el corpus nulo muda silencioso
en pie de incierta belicosidad
intimidad o militancia de la verba
que espeluzna lunizada
puerca sí manchada
en carcelada
caracol
luego:
la nada

La experiencia: tema del día. Cómo transmitirla: imposible. Percepción, sí, era una de esas cuestiones que en algún momento ¿cuál? me tuvo sin dormir. Sólo se puede, en el mejor de los casos, transmitir un merisma, palabra que acabo de acuñar (coin coin) y significaría --en este contexto, por supuesto, y en cualquier otro-- una ínfima porción de.

merisma: neolog. sust .m porción ínfima de una cosa.

Dicho lo cual, ejem, estaría cayendo en la estupidez más abyecta: la cosificación de la experiencia.

También y por qué no, daré lugar al surgimiento de la correspondiente familia de palabras o su engendración asociada, tal como lo exige la oportunidad (ésta):

merismar
merísmico
merísmicamente


Lo que a su vez me sugiere que el sufijo "rísmico" podría ser utilizado con fines posteriores, dado que es un sufijo. No más palabras. Más productivo será emprender las cotidianas tareas concernientes/tendientes a la alimentación de las tropas que reclaman.

Salút!


Felizamente la cebolla boya. Se boya.
Es verterse. Deverterse o divertirse. Diverterse y fui feliz al sol, con ruido a niños, con arena, entre las páginas de un libro, anotaciones varias cerca del ombú. Te pido nada más cinco minutos que me niegas, el traslarse de la aguja, un corrimiento que te desespera, hijo, vos mamá siempre en lo tuyo. Ya pasaron. Ya llegó y ya se fue: el tiempo es eso, es la medida de tener o no tener, el término, van tantos días desde y para cuándo. Vuelve, mala, basta, me dijiste.

martes, octubre 26, 2004

Alto: Estoica mela guanto.

Número uno: intento hacer un plan, armar una estructura sobre la que apoyar-ME. Tanto en lo literdiario como en lo libertario. Porque: sin estructura no hay texto posible. CREO YO. El problema surge ante la concentración indómita que se desbarranca. O: me resulta prácticamente imposible, siquiera, pensar en el qué. Será por alguna cuestión de estrés mental de la que padezco. Tengo la cabeza ocupada por la desocupación.

Número dos: hay cosas que se desean, deseo hacer tal cosa o tal otra, cuya consecución no es inocente ni libre de consecuencias ni tampoco de redundancias.

Número tres: admitir. El problema [o no(por segunda vez se menciona la existencia de un problema)] aparece cuando el otro “el otro” pasa a formar parte del folklore cotidiano, se asienta en un lugar hecho a la medida de su otredad, un espacio que de ninguna manera existió antes (ni podría existir después) porque tiene su forma única e irrepetible. Digamos: uno es en otro y otro es en uno.

Número cuatro: hoy por ejemplo, son las cuatro veintidós pe eme, intenté, juro que lo intenté y no mucho hube de producir debido a. Mamá me habla en el teléfono. Parlante no se calla, sí mamá, no mamá, sí, estoy escribiendo, estoy tratando de. Le leo un poco, dice: bueno, bueno, es que me apabullás. ¿? Mismamente: la presente digresión no hace más que atentar contra el destino de mi escritura.

Mi es critura. Mi criatura. Mi crea turra.
Puta madre. ¿Seré yo una?

Número cinco:
con pulsión
con pré
otro libro
de rené.

lunes, octubre 25, 2004

Lunes, supermercado y llamar.
Eso: llamar.
¿Llamé? Sí: Está en una reunión. Llamar en media hora. O no llamar nunca.
La aguja del llamar. Allá la mar.

No hubo tiempo para escribir hoy pero siempre puede robársele a la vida un manojo/puñado/ramillete ¿? de palabras acomodadas en un orden que no significa nada más allá de su propio ordenamiento. ¿?

Sí, la biografía de Spinoza avanza a paso lento. Mejor dicho, su lectura porque la biografía en sí misma es una entidad acabada, con principio y punto final, que habita las páginas del libro y, cuando atino a leer un poco, mi entendimiento. Alguien se tomó el trabajo de investigar y poner sobre papel una serie de datos/informaciones/anécdotas con el propósito (noble por cierto) de traernos al filósofo a la mesa. O a la cama, preferentemente.

Buscar poema de Borges alusivo.
Y basta porque me llegó la veda. Puta madre.

sábado, octubre 23, 2004

Isidro sabe que está perdido.

Esa es una frase. Una manera de comenzar. El punto de partida: hastío desde el que se arrojan las palabras como piedras –otra vez las piedras, mirá que sos de madera--.
Isidro sabe que está perdido. Desconoce. No se reconoce o al mirarse de costado en la ventana el perfil que se le ofrece se le huraña. Claro.

¿Era por acá?

Hagámoslo pensar en Manuela, en las cuestiones que habitualmente pueblan el pensar de los amantes: la piel, aquél lunar, un pelo ahí donde no se lo esperaba, la boca: corusca favila, el olor de su cuello, el de sus axilas, el agua brotándole entre: huelo intuyo el mojo tuyo de la tierra. En fin. Nada hay al parecer que me provoque o todo. Me cuesta escribir, cómo me cuesta, carajo.
Frases existen que se gravan en la piedra --otra vez la piedra y van--. Gritos llantos, llantos gritos, el cantar de los cantares, una voz que llama, otra que calla enojos. La cotidianeidad que se desploma. Un qué querés dicho a disgusto.

Construyeron a jirones una intimidad que se les escapaba, ella y él, de puro ansiosos, de quererse, de escuchar la súplica del cuerpo. Isidro sabe que está perdido. Le llegó tarde, tal vez, el darse cuenta. Piensa en la torpeza de la primera vez: los nervios de ella, empequeñecida y húmeda, sonriente. Ese dejar, no importa qué, la expectación a un lado, nada más tenerse. Detenerse. Detenerse y olisquearse como perros. A ella le daba un poco de vergüenza, la tonta.

De-tenerse.

Y luego no encontrar el rumbo.

Y me preocupa porque con las letras pasa. Me prometí terminar una historia aunque. El hilo se me haya perdido. Estoy considerando al medio agotado, no medio agotado sino medio como sustantivo y agotado del todo. Agostado, también. El medio tal vez, haya llegado al límite y ya no me interese como espacio para. Lo que no deja de sonar absurdo: ¿dónde carajo está yendo a parar, sin ir más lejos, este texto?

lunes, octubre 18, 2004

...

You lock the door
And throw away the key
There's someone in my head but it's not me


Estoy tratando de aprender (porque aprender no tiene fin ni nunca). Estoy tratando de aprender y de aprenderme con cada llanto y cada negación. Estoy tratando de quedarme ahí donde me necesitan, de ser yo en todas las instancias y en ninguna, de bastar, ser suficiente y más, de parecer avasallante para que el mundo no me avasalle a mí, de suspender la movilización, de responder a la vida. Soy en mis hijos y ellos son en mí y separadamente y otros. Qué distraída, qué colgada, dónde lunas de Valencia pasa el día esta mujer y qué pensaste. Te llaman por teléfono: esa voz, esa señora que te dice acuérdate que estoy. Está. Pero no hablarle, por ahora.

Cerca, a distancia de mano extendida y caricias, duerme tibio sueño mi respiración, la multiplicación de mí, una persona nueva, un universo nuevo que latiendo vive su existencia nueva y me define madre, yo soy su mamá, su fuente, su lugar, su referencia. Soy su mundo y otra cosa, soy un cuerpo que se ofrece, la sustancia de todo lo que en mí se hace palabra y pensamiento.

Tengo llenas las manos. Aqueloo de frutos rebosante y miel y desbordada. Torrencial desorden inconclusa exangüe tímida morbosa oscurecida curioseante ávida atemorizada susto quiero más y no saber y preguntar ¿qué es esto?

Yo.

lunes, octubre 11, 2004

NADA

Otro yo dice Algo Pasa. Yo: ¿Pasa algo?

Yo cree en el libre albedrío. Se lo dice a Otro Yo –escéptico, prefiere divertirse– y lo repite-repetidas veces un poco para convencerse, un poco para escapar al estado de pseudo angustia que le provoca la idea de... ¿de qué? ¿Determinismo? Es absurdo, piensa, dado que el libre albedrío no excluye al determinismo causal, de hecho, sería imposible si no existiera: ¿qué sentido tendría poder tomar decisiones, elegir, si no tuviéramos la más puta idea de cuáles podrían ser sus consecuencias? Sabemos, más o menos lo que acontecerá si tiramos una cebolla cortada en rebanadas dentro del aceite hirviendo, y dado que lo sabemos, picamos cebolla alegremente, la rehogamos en el aceite, y adentro. Yo adora domesticar cebollas, verlas transformarse en tela delicada, translúcida habiéndolas conocido salvajes e irrespetuosas. Por supuesto que luego de hacer una determinada cosa, las posibilidades de hacer otra se acotan y así se va tejiendo una bufanda, digamos, en lugar de un pullóver (el problema en la vida es que destejer a la Penélope, no está permitido).

Hubo, piensa, una confusión entre predestinación y determinismo. De todas maneras ese tipo de cuestiones aunque no ociosas, son, por lo menos, demasiado complicadas como para dedicarles más de unos minutos de su amable atención. Yo ha elegido creer en el quehacer vital, en el frasco que hay que llenar, la búsqueda-invención del sentido, en fin, si no toda, parte de la cantinela existencialista –todo muy de café y elaboración casera, por supuesto-. Yo se banca (o hace de cuenta que) la idea de la nada que viene después. Dice: vivir tan intensamente como se pueda. Recuerda que alguien en algún lado anotó una frase de AC “Live to the point of tears”, algo así como apretar bien la naranja para que le salga hasta la última gota. Eso. Hasta la última gota. Lo que no necesariamente implica que haya que beberse la vida de un solo golpe y quedar atragantado.

sábado, octubre 09, 2004

Yo dice debes leer a Woolf aunque no sabe bien el explicar por qué, Otro Yo responde te parece, sí, paréceme debieras, stream of consciousness, la técnica, no sé, te gustaría. Otro Yo bosteza no muy convencido, tal vez sí. Asimismo, Yo intenta ¿transmitir? su opinión acerca de dónde reside la grandeza de James (Henry) pero no hay adjetivo que se deje atrapar (los muy turros) mejor será apurar un poco de agua. Yo no encuentra mejor cosa que decir que suelen ser, las tramas, atrapantes.

Henry James, la forma, La Novela. Tal vez las proporciones, la minuciosidad de los retratos, las imágenes, el ritmo, el manejo del suspenso. Eso Yo, el manejo del suspenso, el regateo de la información, ese “quedate con las ganas” al final de cada capítulo. Cierta solemnidad aristocrática en la sintaxis, en las construcciones, en el lenguaje.

Yo de todos modos no logra hacerse entender puesto que no sabe cómo y ni siquiera tiene claro qué es lo que quiere expresar. A veces la lectura es eso: nada más que el hundimiento absoluto en un universo del que no podemos dar cuenta, mucho menos a Otro Yo. Quedan sensaciones, impresiones, la intensidad de la experiencia, etcéteras diversas.

De Woolf ya se habló en otra parte.

viernes, octubre 01, 2004